Entonsese... aún quedan unos 25 millones de... ¿de qué?, ¿de estatuas de mármol plastiqueiro vestidas con ropa, desnudas de orgullo?, ¿de resignados sin/con esperanza, que aún encima osan calibrar las malas y buenas suertes como si tales cosas existieran?, ¿de derrotados que no se han desgastado luchando porque sentían que era inútil hacerlo mientras padecen el extraño y poco liviano ahorro que eso supone?, ¿de pasotas mudos dedicados tanto al ocio preferible como a los esfuerzos obligatorios, debido al vicio que nos confiere la simple existencia dentro de cualquier tipo de comunidad?, ¿de desactivados pero pensantes, ya que la mente no cesa, mientras la justicia nos procesa, la religión nos confiesa, y la política (¿cosa ajena?) sopesa nuestras capacidades económicas por bien de la mayor productividad? ¿Para qué?, ¿para luego mal repartir todos los esfuerzos? Mientras la sinrazón nos pesa por precisamente esa nuestra propia incapacidad para actuar, opinar, incidir, elegir… finalmente cómo ser, cómo estar. ¿Y la mala o ninguna conciencia que esto nos deja (claro que siempre podremos quejarnos en un bar, verdad)? ¿De inconformes conformistas, autodenominados revolucionarios que esperan a que las cosas mejores nos vengan como si fueran maná (¿será gratis?)?, ¿de pacientes ya bastante enfermos de tanto esperar que algo ocurra, aunque nunca sé qué ocurrirá, ya que yo no participo?
Mientras por mí deciden otros ¿yo qué hago?, ¿me quedo y planto cara o me ausento? ¿¡Qué hago!? ¿Me involucro o corro desconcertado y busco escondrijo en esa Madre Naturaleza a la que los inteligentes vapuleamos porque no queda otra? ¿¡Quién es esa!? Esa agreste inconstante, abrumadoramente coherente, a la que los inteligentes tratamos como a una incómoda ajena a la que debemos domeñar. Un misterio, para mí aún no desentrañable: ¿por qué nos soporta todavía? Desde luego que, llegados a estos puntos, para mí supone algo más que un consuelo el saberme mortal, y me regocijo con ello, probablemente como contrapeso a mi dolor ¿A alguien más le duele algo? Sin ánimo de importunar, yo creo que sí, se oye a menudo, el quejido, los ayes en el viento.
Yo tampoco creo en esta democracia, pero sí percibo un entorno (al que llamamos realidad, tras nuestras subjetivas observaciones, cuentas y atenciones), en el cual estoy (me sé, me pienso, sufro y disfruto o todo a la vez). Percibo que, con algunas acciones, forzamos a los mentirosos a tener que sofisticar sus manipulaciones (desde aquella Edad Media, con su derecho de pernada y demás...). Pienso que tardamos 50 años en adquirir algunos derechos y tardamos... ¡¡tan sólo un atentado!! (¡¡¡¿quién fue?!!!) en perderlos.
Simplemente pienso que, en una convocatoria como esta, tenemos la sencilla oportunidad de decir: mire ustez, somos...x... los que no estamos de acuerdo pero, mientras ustedes eligen nuestra suerte, como además no dejamos de existir y gozamos de sensibilidad e inteligencia y NO carecemos de opinión, aunque no votemos (yo llevo muchos años sin hacerlo, mira cuánto creo en este sistema patrañoso), usamos lo que tenemos, en este caso VOZ. Pero lo que nunca consigo mientras tanto es "dejar de ser", no logro "no existir"… cuando me ausento; y así pasamos por hacienda y así vamos dándole las gracias a los amos por mejor repartir entre los buenos y los malos la lluvia. No milito en nada pero me sé humano y como tal actuaré. Estar vivos requiere interactuar, lo demás es... ¿inercia?, ¿conformidad? (el que calla otorga y, ya que no participamos cuando convocan sus peripatéticas elecciones...)
La única revolución verdadera empieza en uno mismo, y no es un simple ejercicio intelectual, es complejo y suele doler. No hay un solo derecho que nos haya sido regalado. Cierto es que han sido otras sangres, sudores y lágrimas los que nos han traído hasta aquí. Con la distancia debida, con cierto tipo de memoria medular: soy sensible para con cada uno de los miles de mártires anónimos que se han opuesto ante lo que consideraran -en cualquier tiempo, en tan diferentes contextos- una injusticia. Y me siento con ellos en deuda y por tanto solidario. Sólo queriendo construir lograremos hacerlo, aunque sea un modesto caminito de mierda lo que necesitamos, nunca se hará sólo. Mientras pensamos en si mover una mano para poner una de esas piedras o no, otros ya han levantado su autopista delante de las ventanas de nuestra casa. Entonces ya es tarde para salir a oponerse. Demasiadas veces han sido tarde nuestros gestos, convirtiéndose en tristes e inútiles. La historia está preñada de mejores ideas que NO podían ser, porque NO se llevaron a cabo (no sería su momento). Afortunadamente, siempre podremos señalar a los ¿culpables? de haber actuado mal, pero actuado, aunque fuese en contra de nuestros intereses y conciencia. Esto es lo que nos quedará, la tarea de ir salvando nuestra conciencia a medida que el tiempo presente se revela como perfectamente sustituible por… el instante siguiente, el cual tampoco eliges tú, porque no actuarás. Eso sí, nuestra querida asociación mente-cuerpo -mal que bien- siempre logrará posicionarse en nuestro favor, respondiendo como tal mecanismo de supervivencia que es. Mientras haya culpables…
Confieso resignado que carezco de ilusión por ir y que lo haré por otro motivo, indeseado motivo, la inclasificable INDIGNACIÓN. Y ya somos muchos, demasiados, entonces… ¡¡¡LUCHEMOS!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario